El amor en la edad madura es una realidad. Quienes lo conocen aseguran que, pese a las creencias, se vive con mayor intensidad. Ya no es el deseo sexual lo único que les impulsa a encontrar pareja, sino disfrutar de una buena compañía. La soledad es uno de los mayores problemas de la denominada tercera edad y combatirla es buena para la salud.
Carmen F. siempre ha sido una mujer independiente. No se ha casado porque no ha querido y no por falta de oportunidades. Tampoco ha tenido hijos y no se ha sentido menos completa por ello. Bien es cierto que nunca le ha interesado la vida en pareja, pero tampoco ha rechazado al amor cuando la situación merecía la pena.
Asegura que, con el paso del tiempo, una se vuelve más cómoda, exigente y menos tolerante. “No he tenido que aguantar antes nada como para tener que hacerlo ahora y dar explicaciones”, comenta a Efe.
Relaciones con o sin convivencia
Cuando hace un par de años conoció a Alberto, también soltero, no tenía ningún interés especial en él, pero al final la amistad se convirtió en algo más.
Ambos pasan de los sesenta y comparten aficiones como el cine y la literatura y, las disfrutan juntos, pero no revueltos.
“Cada uno vivimos en nuestra casa. Únicamente queremos alguien con quien compartir nuestro tiempo libre, pero manteniendo nuestra independencia elegida. Esa privacidad es lo mejor para las relaciones y valoramos sus ventajas, aunque mucha gente pensará que llevamos juntos toda la vida”, puntualiza.
Y es que a estas edades uno tiene claro lo que quiere, evita repetir errores de novato y no tener complejos o inseguridades propias de la inexperta juventud; por eso muchos optan por una relación en la que no existe la convivencia.
Como ellos, otros disfrutan del amor en edad madura quedando en ocasiones especiales y unidos por intereses comunes, aunque también están los que prefieren compartir casa, porque cada uno disfruta del amor a su manera.
El catedrático en Psicología de la Sexualidad Félix López Sánchez es autor de “Ética de las relaciones sexuales y amorosas” y “La sexualidad y el amor después de los 50 y más”, entre otras publicaciones y, como experto en el tema, asegura que “los seres humanos somos una especie vincular y social. Favorecer los afectos sexuales (deseo, atracción y enamoramiento) y los sociales (apego, amistad y cuidados) es fundamental”.
Destaca que “en el enamoramiento predominan ideas erróneas reduciéndolo a la bioquímica que lo acompaña”. Por eso asegura que “es mucho más rico y complejo afectando a la fisiología, las emociones, los sentimientos, los afectos, la mente y las conductas. Puede durar poco o mucho. ¿Por qué quitarle el sueño a los enamorados?”.
No hay fronteras para el amor. Como sucede en la juventud, el amor puede surgir en cualquier lugar, pero lo más frecuente es dentro del vínculo social donde nos movemos, como pueden ser talleres, centros de la tercera edad, organizaciones no gubernamentales en las que se colabora o excursiones para mayores, donde es frecuente que surjan nuevas amistades especiales.
Rompiendo mitos y prejuicios
Silvia Lluch es la directora de la Residencia geriátrica Barcelona y asegura que “a lo largo de la vida de esta institución hemos tenido algunas parejas que se han enamorado. Algunas simplemente por compañía y otras más íntimamente”.
Lo importante es una buena compañía que nos haga sentir especial, compartir buenos momentos y acompañarse en los momentos más difíciles; y eso es algo que sucede en todas las épocas.
A modo de ejemplo, destaca: “Actualmente tenemos un señor y una señora, ambos viudos, que consideramos como pareja hace unos años. Siempre están juntos y ella se recuperó muchísimo gracias al amor”.
Para el psicólogo Félix López “el enamoramiento es bastante similar en todas las edades. Lo que cambia es el lugar y tratamiento que hace de él la sociedad y también las personas concretas. Cambia más la disponibilidad para enamorarse, la necesidad, las circunstancias personales, de salud, sociales, etc. Pero el proceso de enamoramiento tiene muchas cosas comunes que son esenciales”.
Enamorarse no es obligatorio. El aumento de esperanza de vida hace que la vejez se retrase. Ser anciano no es exclusivamente sinónimo de dolores, consumo excesivo de medicación o nietos de los que encargarse, puede y debe ser la etapa en la que poder dedicarse a sí mismo e, incluso, a ayudar a los demás aprovechando la jubilación para labores de voluntariado.
“Pero sucede una cosa cuando comienza la vejez, y es que se deserotiza debido a la gran cantidad de mitos y prejuicios vigentes. Bien es cierto que no es el deseo sexual el mayor impulso para tener pareja en edad madura, sino la soledad, pero también los hay que viven una sexualidad plena propia de esa etapa”, afirma el especialista.
Para el experto en sexología “hay mitos viejos bien conocidos: la actividad sexual desgasta, es peligrosa, solo desean los hombres… y mitos nuevos favorecidos por el mercado del sexo y algunos profesionales. Hemos pasado de la represión a la obligación, que son errores contrapuestos. Una afirmación verdadera es que la actividad sexual es saludable, pero es falso que sea obligatoria para toda la sociedad”.
La población se empeña en seguir tratando el tema como un tabú o incluso es motivo de burla o asombro, lo que hace que muchos se avergüencen de ello.
“No debe olvidarse que, cuando se persigue la sexualidad en la vejez, se contribuye a que muchas personas se queden solas, no solo sin vida sexual y amorosa, sino sin la posibilidad de formar nuevos vínculos sociales de amistad, apego y cuidados”, sentencia López Sánchez.
Debido a una sociedad marcada por la educación machista y el patriarcado, las mujeres siempre han tenido más dificultades para vivir plena y libremente su sexualidad, más aún si se trata de parejas homosexuales.
Según Félix López, “afortunadamente las épocas cambian y con ellas, la sociedad. Las personas que tienen esta edad vivieron los cambios de los años 65-75, primera revolución sexual, si queremos llamarlo así. Han cambiado las personas viejas y la sociedad también. Aunque sigue habiendo bastantes hijos con resistencias, pero otros lo aceptan bien y ya hay también un buen grupo que se alegran”.
Señala que enamorarse no es obligatorio y son las propias personas las que tienen que valorar las ventajas o inconvenientes que ello aporte a sus vidas.
Sentirse querido y acompañado genera menos riesgos de deterioro cognitivo, alarga la vida, llena de entusiasmo y energía, y proporciona bienestar y confianza, remarcan los expertos.
Hacerse mayor es un camino lleno de pérdidas: abuelos, padres, hermanos, pareja, amigos y, a veces, hasta hijos. No le creemos más dificultades en nombre de prejuicios o de Dios”, aconseja.
Fuente: http://www.redadultomayor.org/enamorarse-a-cualquier-edad/